Monday, January 08, 2007

Crónica: PELICAN

Viaje hacia un concierto de PELICAN.

Así las cosas:
Desayuno. Casa. Calle. Casa. Concierto.
Afuera en la cola éramos los primeros.
8:30. Nada.
Casi 9:00, adentro.
Consumo. Baño. Afuera.

Al llegar al lugar Ray[1] le pregunto a un tipo que cargaba equipo afuera, a que hora comenzaba el show, este contesto que a las 9 y media. Mi compa le comento que veníamos de México (en realidad se refería a la ciudad vecina: Tijuana pero si dices México se oye mas “acá” los extranjeros piensan que vienes de mas lejos o le dan mas importancia o yo no se.) El caso es que el compa del equipo dijo “¿De verdad?”

Carro. Fuego. Hierba. Suspira. Aguanta. Sopla. Humo en los ojos...

Por fin, deleite decibelico por doquier. Trips internos. Se exteriorizan las palabras. La risa que delata. Sorprende todo y mas. El oído es el Rey. La vista ya no es tan importante (lo siento Aristóteles). Los otros sentidos se dispersan, se vuelven secundarios. Al fin y al cabo. Afuera y adentro huele a satisfacción. Se siente la presencia, la energía, sabe a orgasmo, no lo es, pero sabe. Esa pinche música guey... (no es plagio es sentimiento).

(En ese momento, creo que fue mutuo, nos percatamos que el tipo que toca la guitarra, el de mi derecha, es el mismo que cargaba el equipo. Coincidencias.)

Tocaron la favorita del disco, bueno, tu favorita, no, la mía, bueno... buena para ambos “dos”, buena, buena, muy buena. (Pase el examen de psiquiatría ya lo se.) Solo falto el llanto, mas las ganas esperaban detrás de los ojos.

Nada era, todo era momento. Nada era. Nada seria, todo era instante, preciso. Energía abrasadora de escuchas. Los estragos se convertían en pasado. El placer era el dueño del tiempo.

Una apuesta. Nadie gana. Algo nuevo. Algo que en tu casa escucharas. Cinco rolas. No hay errores. ¿Semidioses? Brillan. La prueba esta en las imágenes congeladas que gracias a la tecnología llevas de recuerdo, otro recuerdo.
Una mas. No, ya no hay otra mas. Parten hacia el lugar de Los Ángeles. ¡Vamos! Ay que seguirlos dice por ahí una vocecilla.

El cansancio llega con la partida. Sal al aire de la noche, al ruido del avión que rasguña al edificio. Sal al viento, fresco.
Carro. Dialogo repartido. Besos. Tacto. No hubo antes, hay después. Olor a hierba-buena. Descanso.
De nuevo pasillo parlante, con ojos que te hacen voltear y además te informan.

(El hombre que vendía las camisetas y los discos de PELICAN es uno de los guitarristas, para ser exacta, el que estaba a mi izquierda. El flaco que llevaba ojeras. Pero cuando pasamos a comprarle no nos percatamos de eso, sino hasta luego.)

Rojo. Negro. Plata. Calor. Viaje. MONO. Japón. Otra mujer que “bajea”, pero bien...

(Stef[2] sale de entre la multitud con sueno en la cara y dice que tocan muy bien, pero la pesadez es mas fuerte.)

Esto termina después de querernos ir...

Los cuatro abandonamos el lugar: Ray, Stef, tu[3] y yo.[4] La nostalgia acompaña el camino. El recuerdo aviva la palabra, sale, sale del inconsciente. Dialogo repartido, no, mas bien peleado a cuatro voces.

Sueno. Noche. Carretera. De la mano van, de la pierna... del deseo.
Tijuana de noche. Movimiento. Luz. “Revolución.” Deleite. Cena en el restaurante del tecolote. Pero ya no cabe mas, es demasiado para una noche.
Casa, tu casa. Duerme, duermo. No duermes. No. Placeres devastados. Amor igual a pasión, deseo del otro, la carne, el olor... mmm.

Mañana escribiré sobre hoy.
[1] Compa y vocalista de la banda “Días tristes” y novio de Stef “Madame Centauri”.
[2] Amiga y critica de arte, esto ultimo no porque ella lo diga sino porque yo le adjudico ese nombre. Entre otras cosas.
[3] “Gordo” Adixion (sin ti no existiera la banda). Amigo y amante... porque no.
[4] La que aúlla para no cantar... Madame sin nombre

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